domingo, 4 de abril de 2010

Santa acabada



Acaba semana santa, y no me siento ni más ni menos santo. Terminé sin huevitos de chocolate y, a su vez, terminó mi viaje de un cruzero por islas paradisíacas, lamentablemente, de la peor manera. Muchas veces los caminos que uno recorre en pos de algo se tuercen, de eso, ni siquiera el camino a la santidad se salva, bien conocido es el dicho popular que explica cómo el camino al infierno está lleno de buenas intenciones. Cada fin propone un viaje, ahora bien, esos viajes, por más planeados que estén, pueden variar. Muchos somos los náufragos que nos perdemos en ilusorias y, a veces, terrorificas sendas o tentaciones, sin embargo, en este punto, lo que diferencia a un santo de cualquier otro sujeto, es que el santo puede tomar incluso el camino más abyecto y transformalo en algo sublime, bello. Ejemplo de aquello es la siguiente cita, que deseaba compartir con ustedes:



"Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba hasta las entrañas. Al sacarle, me parecía que las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos; y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite... No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad le dé a gustar a quien pensare que miento"



Santa Teresa.


1 comentario:

Mis_polainas dijo...

Una cosa, se puede entender que me refiero al sexo o al erotismo, en este caso, como un camino abyecto. No es, para nada, mi intención simplicar un tema tan ricamente complejo como lo es el erotismo en una sola de sus aristas, lo abyecto, lo brutal, forma tanta parte de Eros como la delicadeza y la liviandad. Hecho que muchos cristianos suelen soslayar.

Saluos.