Wong Kar - Wai es uno de los directores que me vuela la cabeza, sus películas desfilan frente a mis ojos, mientras me dejo hipnotizar por el influjo y la belleza de sus imágenes, donde cohabitan tanto la suciedad y estrechez de las calles de Hong Kong como la fluorescencia de sus luces, y la cadencia de una corte de hermosas mujeres filmadas con un perturbador sentido de la sensualidad; basada en siluetas envueltas en brillantes vestidos de corte oriental, en voces estruendosas y suaves que susurran promesas libidinales.
Vía Twitter pillé un artículo de Letras Libres sobre Hong Kong capturado por la lente del maestro.
Vía Twitter pillé un artículo de Letras Libres sobre Hong Kong capturado por la lente del maestro.
La isla de Wong Kar-wai vive en un limbo entre la ensoñación y la realidad. Se trata de un lugar de colores saturados, luces eléctricas y horizontes borrosos. Ese Hong Kong es una ciudad donde las nubes se mueven a un ritmo acelerado, y donde las personas parecen flotar. Es una ciudad donde los barrios bajos no están peleados con la elegancia y la sensualidad. Nunca una pared sucia y despintada se había visto tan sexy como cada vez que Maggie Cheung va a comprar fideos en In the Mood for Love (2000). La actriz camina al ritmo de un waltz, pasa la mano por la pared y baja los escalones lentamente mientras su figura estilizada aparece y desaparece entre las sombras.
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