
Por otro lado al escribir sobre cómics, me siento inevitablemente solo y abandonado, porque el cómic en Chile no es reconocido por los medios, la única forma en la que se manifiesta se da cuando se estrena un filme que es una adaptación. Esto es bastante incomodo y produce problemas de espacio, porque inevitablemente al cómic le toca la pieza más chica de la casa, y pasa a ser un objeto parasitario que tiene como consecuencia la publicidad viral con la que se promocionan este tipo de películas. Ya ni hablar de las obras que eligen adaptar. En este sentido creo que críticar cómics en este país es un esfuerzo un tanto quijotesco, porque la gran mayoría de lectores verdaderos son también parte de la misma pequeña industria que se esfuerza por salir adelante y hacer obras, yo mismo incluso soy aspirante a guionista. Por eso me parece un esfuerzo valioso la crítica, porque no tan sólo ayuda a generar discusión y para configurar determinadas obras que pueden convertirse en influencia, o para reflexionar acerca de la producción local, sino que más aún como una forma de introducir y engendrar lectores que se sientan acogidos por el espacio vital que representa cada viñeta como un nuevo territorio a explorar.
Primera crítica de cómics: el Génesis de Robert Crumb
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