miércoles, 15 de abril de 2009

No me vengas con Disney: El verano de Coo, una angustia insoportable y cien pañuelos desechables.




Si por alguna cuestión extraña, quizás imaginada, se crearan dos androides-humanoides gigantes que se deben enfrentar, cada uno, respectivamente, representante de Occidente y Oriente, y siguiendo con lo imaginado (o extraño) aún más, que estos dos gigantocontrincantes tengan como fuente de su poder, por una más inexplicable razón, la calidad de animación que se lleva a cabo en cada región, sin duda alguna, Occidente pierde por gaüraca. Y es que, salvo por algunos casos muy específicos, la animación por estos lares del globo queda en deuda si hacemos el parangón con la animación de Oriente, donde el paradigma a tener en cuenta es, sin objeciones, los estudios Ghibli. Y esta diferencia no sólo radica en el artesanado: la calidad de imagen, de colores, de ambientes, sino, a su vez, en las historias que cuentan; con temáticas contingentes, críticas, subversivas, maduras y… brutales. Puede que suene extraño referirse a una animación pensada para todo publico, como son las de los estudios Ghibli, con el adjetivo brutal, pero es que no puedo registrar otro; la brutalidad de reconocer las contracciones del mundo y el sujeto, reconocer la mierda del mundo y reconocerte lleno de ésta, es brutal. Pero, además, si dentro de este proceso cognitivo se abren puertas de esperanza ¡qué diablos! El asunto es desconcertante. Desconcierto, sin vacilación, es lo que provoca, después de algunas lagrimas vertidas, la película El verano de Coo, que, ojo, no pertenece a la factoría Ghibli. No sólo de los estudios Ghibli puede vivir el hombre.

Y así es, El verano de Coo o Kappa no Coo to Natsuyasumi (2007), es producto del director Keiichi Hara (encargado de dirigir cinco películas del manga y serie de animación Shin-Chan y, guionista de otras dos más) y los estudios de animación Shinei, ganadora y nominada en algunos festivales de cine del Japón como mejor película de animación 2008. Con una calidad de animación deslumbrante; cada plano lleno de colorido y detalles (las imágenes del agua fluyendo son casi reales, dando unas ganas tremendas de zambullirse), es imposible no pensar o relacionar la película con algún producto de los estudios Ghibli. Junto con la gran maestría en la animación, El verano de Coo nos adentra en la historia de un pequeño Kappa que, al comienzo de la película, ve como su padre es asesinado, cortado por la espada sórdida de un samurai terrateniente (la escena no está exenta de sangre y violencia), luego éste intenta asesinar al niño Kappa, pero justo en ese momento, se desata un terremoto, devorando al Kappa que no despertará hasta trecientos años después, en el Japón moderno. El encuentro del samurai y el Kappa, al inicio de la película, patenta un conflicto entre dos mundos: el mundo calculador, capitalista, ése que transforma la tierra y la naturaleza en una suma exacta de ganancias, y el mundo fantástico, aquél que guarda un espacio mítico, natural, de sobrevivencia. Como es de esperar, el mundo calculador, capital, desenfunda la espada al verse frente a la presencia del mundo fantástico, mítico, natural, ya que éste, sin saberlo, pone en crisis al primero.

El conflicto entre el mundo calculador, moderno y, lo que anteriormente llamé mundo fantástico, tiene relación con la existencia de anomalías, extrañamientos. El mundo fantástico es precisamente eso, un hacer extraño el mundo donde “habitamos”, invertir las reglas, la moral, la ética, que nos rigen. El verano de Coo articula todo esto: luego de ser rescatado, gracias al azar (magia), de su aletargamiento, el pequeño Kappa despierta dentro de lo que podríamos llamar una normal familia japonesa moderna: un padre ausente por el trabajo, una madre dueña de casa, un adolescente enamorado, conteniendo sus sentimiento por miedo a la vergüenza y una pequeña niña malcriada, todos, al parecer, con buenos sentimientos. Es en este contexto, donde la pequeña criatura fantástica renace. Como es lógico, al comienzo hay reticencias; el pequeño Kappa tiene como última imagen al samurai asesino de su padre y la familia humana descubre que los Kappas de verdad existen y que además hablan, pero pronto estos leves conflictos son superados, estableciéndose un fuerte vínculo entre el Kappa y Koichi Uehara (el adolescente-niño de la familia). Mientras comienzan a conocerse, el pequeño Kappa olvida su nombre, siendo llamado Coo por Koichi, así es como la película nos va adentrando en la vida de éstos.

A partir de este punto (el ingreso de Coo a la familia Uehara y a la modernidad), el extrañamiento, personificado en Coo es múltiple: por un lado es un ser fantástico, al parecer el único que queda de su especie, vivió en la época Edo, sin saber nada de lo que sucedió entre ese período de tiempo y el actual y, por último, es un sujeto que, profundamente, no tiene un lugar donde habitar: los humanos y la (post)modernidad (y lo que pueda seguir), han consumido todo espacio natural. La casa de la familia Uehara y el bolso de Koichi son los únicos espacios en donde puede habitar Coo, obviamente esta situación termina por aburrir al pequeño, y éste decide buscar algún pariente (que no es más que la búsqueda de un lugar donde vivir). Como era de esperar, al poco vivir de Coo con los Uehara, los rumores de un Kappa habitando con ellos se expanden, hasta que, en un acto violento de dos periodistas, se descubre la existencia de éste. La espada del poder sigue persiguiendo al ser fantástico, si antes era un samurai, ahora son los medios, con sus espadas afiladas, que poco a poco, van desgarrando a Coo, mientras la familia Uehara sufre y disfruta con esta situación. Las buenas intenciones de una familia, prontamente se revelan agresivas contra el Kappa, éste es expuesto al filo de los medios de comunicación y, más aún, el amor que siente esta familia por Coo se transforma en una suerte de posesión.

Sin espacio donde habitar (la modernidad y el ser humano está en todos lados), expuesto a la espada de los medios y objetualizado por la familia Uehara, Coo comienza a vivir un proceso cognitivo brutal, potenciado por la muerte de Ossan; el perro de la familia y gran amigo de Coo que, al igual que éste, tiene un pasado traumático en su relación con los humanos. La tentación del suicidio se vuelve patente, pero ahí donde ya no quedan esperanzas, es donde el elemento fantástico vuelve a hacer su aparición, en la figura de un dragón: Coo debe vivir, como sujeto extraño debe vivir, ya que sin éste otros mundos son imposibles, la posibilidad de cambio y aprendisaje es imposible. Y así, luego de todo este proceso: violento, brutal, agresivo, es que la familia Uehara y, sobretodo, Koichi, toman cuenta del verdadero sentido del amor: apostar por la liberta y felicidad del otro.

No puede ver amor sin sujetos fantásticos, sin sujetos extraños, éstos son los que hacen temblar al poder, poder que se esfuerza por desterrarlos, por destruir sus hogares, para que así no puedan existir. Pero no hay que preocuparse, espacios míticos, fantásticos, para estos sujetos extraños sí son posibles, sólo deben ser soñados narrados, vividos. No necesariamente un ser fantástico es un Kappa, creo que la película apuesta por otros seres fantásticos, como un perro: Ossan, o quizás, la enamorada de Koichi: Kikuchi Sayoko, esta última es de esos personajes mínimos pero esenciales, que contienen la apuesta de la película entera.



lunes, 13 de abril de 2009

domingo, 12 de abril de 2009

¿Qué ficción quieres vivir?


Pepo Pérez es dueño del blog es muy de comic y tras un efusivo debate acerca de Gran Torino de Clint Eastwood se ha lanzado a revisar en imágenes lo héroes y mitos fundacionales más llamativos del mundo del comic. Este post no es mio solo los invito a entrar en la discusión , en el blog de Pepo, acerca de los mitos que han de darle sentido a esta nueva era que ya no es moderna ni posmoderna. Un par de citas de Pepo y una recopilación del mestro Alan Moore.

"En realidad el héroe nos ha interesado siempre. Pero actualmente parece haber una necesidad imperiosa de reconstruir valores previamente deconstruidos por nosotros mismos, de recuperar asideros simbólicos que podamos compartir para refundar el orden simbólico común. Mitos, en otras palabras. Asideros que nos hemos cargado a base de ironía, crítica, deconstrucción posmoderna y más crítica posmoderna. Yo al menos veo en todas partes una necesidad de reconstruir el mito heroico, especialmente desde el mazazo, literal y simbólico, que supuso para Occidente el 11-S. Y sus "secuelas" y consecuencias, por supuesto, esto no podemos olvidarlo, tanto bélicas/terroristas como económicas. Consecuencias que han supuesto un nuevo "final de la fiesta".

"Ni siquiera estamos ya en el mundo de la posmodernidad sino más allá de él, o eso me parece a mí. Por eso tenemos necesidad de contar mitos que podamos creernos nosotros, personas de 2009, mitos que nos inspiren cambios positivos y sirvan para reconstruir un nuevo espacio simbólico común, adecuado a nuestra sensibilidad actual. La del mundo de la globalización y la sociedad del espectáculo, terrorismo fundamentalista/guerras preventivas, crisis ambiental, especulación financiera y secuestro económico de la democracia, terrorismo capitalista y recesión mundial."

-Pepo-

"La realidad es una experiencia tremendamente ficcional. No creo que tengamos opción de elegir si vivimos o no en una ficción, la opción es en la ficción de quién queremos vivir. Hay gobiernos por todo el mundo que tratan de convencernos de vivir en sus ficciones. El gran acto mágico es decidir si vas a vivir en tu propia ficción, si vas a encargarte de escribirte una mejor historia".

"Hemos creado fantasías y luego hemos luchado por hacerlas realidad. Todo lo que se halla a vuestro alrededor ahora mismo tuvo su origen en la mente de alguien. Al crear dioses, diosas, héroes y heroínas, intentábamos ser como ellos, extender nuestras personalidades a través de la imaginación pura".

«Cambiar un mundo es tan fácil como cambiar tu mente. Solo que la materia es más viscosa que la imaginación, así que lleva más tiempo»

"Las ideas sirven para cambiar el mundo. Es para lo único para lo que sirven".

-AlanMoore-

Fuente absoluta y que no se pueden perder/Es muy de comic

sábado, 11 de abril de 2009

Jodo se calza las botas y las espuelas

De todo lo que ha salido del ingenio de Jodorowsky lo que más se conoce en este país son sus libros de pseudo-autoayuda-mística , o en palabras del mismo Jodo: de psícomagia. En segundo lugar colocaría su producción cinematografica, que mientras sus libros son bestsellers en el metro, sus películas hacen lo suyo en las ferias artesanales (teniendo en cuenta como distribuyo sus filmes hasta hace unos pocos años, no le debería importar mucho). Relegada a un injusto tercer lugar queda su producción en el noveno arte, y es que en este país la división del trabajo se aplica con rigor a la lectura, y son pocos los valientes que abren libros y comics por igual, ya ni hablar de los que además se aventuran con el buen cine, si con un libro a año basta y sobra. En fin,como bien lo sabrán los sacrificados lectores de su producción comiquera, no así los aspirantes a "brujo", Alejandro Jodorowsky lleva más de veinte años trabajando con varios de los más grandes talentos del cómic europeo como Moebius, con quién a finales de los ochenta se despacho ese clásico que es El Incal, con Juan Giménez en La Casta de los Metabarones además del eroticon de Milo Manara en Los Borgia, sólo por nombrar unos cuantos. Bouncer es el título del western que ahora les comento, en el que Jodo colabora con el fránces Francois Boucq, con quién ya había trabajado en Cara de Luna.

Bouncer es el nombre de un hábil pistolero manco, y de tenebroso pasado, que trabaja como guardián del saloon Infierno, regentado por Lord Diablo, en la ciudad de Barro City. Desde su butaca en lo alto del saloon y siempre bien armado es el lugar desde donde se iniciarán sus aventuras. Por estas tierras es posible encontrar los primeros cinco vólumenes (en España acaba de salir el sexto), que contienen los primeros dos arcos argumentales. En los primeros dos volumenes (Un diamante para el más allá y La piedad de los verdugos), asistimos al proceso de formación y ejecución de una venganza en manos del sobrino de Bouncer: Seth, quién debe hacer justicia por sus padres asesinados a manos de Ralton, argumento a partir del cual se narra la sórdida historia familiar de Bouncer y sus dos hermanos, todos hijos de una empeñosa, ruda y ambiciosa prostituta llamada Lola. En el segundo arco (compuesto por los vólumenes La justicia de las serpientes, La venganza del manco y La presa de los lobos) Bouncer es elegido al azar, como el nuevo verdugo de Barro City y es obligo tras varias intrigas, cortesía de Clark Cooper el casique local, a ejecutar a dos amigos, para después lanzarse a la búsqueda de lso culpables tanto para ajusticiarlos como para silenciar su conciencia.

Llena de tramas, subtramas, elementos psícoanaliticos que enriquecen la lectura, además de personajes de todo tipo, la obra consigue delinear un imaginario propio, sin dejar de lado ningún elemento clave del género, que viera su esplendor a mediados del siglo veinte en el cine. Así nos encontramos con la violencia y sórdidez de un Peckinpah, con la inventiva y la esteticidad de Sergio Leone, y lo que es aún más importante, con la capacidad de John Ford para delinear un mundo con sus propias reglas donde el destino y el azar bailan la danza de la muerte y la palabra justicia, le pertenece al mejor postor. Todos estos elementos trabajados con mucha contención, paciencia y ritmo por Jodorowsky a través del guión, que va liberando un sexo masoquista y un místicismo que convive con la muerte, en la dosis justa y precisas. Por otra parte el trabajo de Boucq que dibuja, entinta y colorea es de un nivel muy alto, que se vuelve soberbio con el correr de las páginas, usando un trazo de líneas claras y matizando las tintas y los colores de acuerdo a las nececidades de la narración, imprimiendole ritmo a esta. El trabajo de Boucq es imponente en las viñetas de mayor amplitud donde nos expone los paisajes del viejo y salvaje oeste en todo su esplendor, ya sea a partir de una extensa cabalgata a campo traviesa, o de una persecución a una diligencia. Me atrevo a decir que en los primeros cinco tomos existe una unidad, en la médida en que la lectura de estos se ve coronada con la visión de un mundo concreto con sus propias reglas, un mundo carente de religión pero no de mística, al que tenemos acceso paulatinamente desde el primer tomo. En síntesis, una obra de alto nivel y grueso calibre, que da cuenta del inmenso talento e sus creadores.

PD: Los cinco primeros tomo pueden conseguirse sin problemas en la biblioteca de Santiago o adquirir en en algunas comiquerias.
PD2:Las páginas subidas estpan en francés, que es el idioma original de la obra, porque son las que encontre con mejor definición en comics en extinción.




miércoles, 8 de abril de 2009

Making of Inéditos de REC

Sin duda, REC es una de las grandes películas de terror en los últimos años, un brillante trabajo de Jaume Balageró y Paco Plazo. Ahora bien, al parecer, para los fanáticos de esta película, los pocos extras que aparecen en el DVD dejan con gusto a poco. Por tanto, para todos los interesados y fans, Plaza comenzó a subir los Making Of de REC a Youtube. Según como nos cuenta Plaza, las grabaciones subidas estaban pensadas para conformar un disco extra, cosa que lamentablemente, vaya uno a saber por qué, no sucedió. De todas formas aquí van los Making Of inéditos de REC:





http://www.youtube.com/watch?v=BF13vO3t4EI

http://www.youtube.com/watch?v=4jo9lkNnLlM

http://www.youtube.com/watch?v=EfSErlx9VMQ

Fuente: El blog de Paco Plaza http://pacoplaza.blogspot.com (por cierto, el blog posee mucha información de la segunda entrega de REC).
También les dejo el blog de Balagueró: http://jaumebalaguero.blogspot.com

viernes, 3 de abril de 2009

Los viejos Cracks

Al inicio de El hombre que mató a Liberty Valance (The Man Who Shot Liberty Valance, 1962), el más crepuscular de los westerns crepusculares de John Ford, vemos como el senador Ranse Stoddard (James Stewart) llegá a localidad de Shinbone, con su esposa Hallie (Vera Miles)porque Tom Doniphon (John Wayne), un antiguo amigo ha muerto. Presenciamos la tristeza de ambos cuando abren el ataúd y observan su cadáver (que nosotros espectadores no vemos), después Stoddard es interrogado por un periodista acerca del motivo de su visita, y este comienza a narrar su juventud, cuando recién se había títulado de abogado, y llega a Shinbone siguiendo el consejo de un tío: ve al oeste en busca de aventuras y honor. En el camino su diligencia es atacada por el temiblre Liberty Valance (Lee Marvin) y su banda, Stoddard se resiste al robo y es cruelmente azotado por el matón. Será Tom Doniphon, el único que hace frente al salvajismo se Valance, quien recoja al maltrecho y joven abogado, él que una vez instalado en el pueblo se empeña por inyectarle civilización al lugar, ya sea enseñandole a sus habitantes a leer o la historia de los Estados Unidos, incluso intentando arrestar (ejerciendo un poder legal) a Liberty Valance. En solo dos horas John Ford filma una película que bien podría ser una obra claramente fundacional porque el centro de la obra es el fin de una época, donde el salvaje oeste es absorbido por el proceso en que un país se convierte en nación: la pluma de Ranse Stoddard se impone por sobre las armas de un Tom Doniphon o un Liberty Valance. El tono meláncolico dota al film de una ambiguedad que hace rídiculo pensar que este sea un canto a favor del estado, de la formación de la república. Muy por el contrario lo que importa es como Ford expone una anatomía del heroísmo; porque ahí esta ese desenlace, injusto y poético, donde creemos que Ranse Stoddard es quién mata a Liberty Valance y términa con la barbarie reinante, con la ley del más fuerte. Y es en los últimos minutos del metraje cuando John Wayne esta demacrado y alcoholizado, porque su mundo ya no existe y más encima Stoddard se quedo con la mujer de su vida, donde nos enteramos que fue Doniphon - Wayne quién perpetró el asesinato de Liberty Valance, sin embargo es Stoddard el fundador y triunfador mientras Doniphon que disparó desde las sombras termina también en las sombras de la historia y la posteridad (Christopher Nolan comprendió esto a la perfección en The Dark Knight). Claramente la imagen del principio, Stewart mirando el feretro donde esta John Wayne es profética; para el argumento y para el western como género porque si bien le quedaría bastante tiempo por delante y vendrían nombres como Sergio Leone y Sam Peckinpah hasta la magistral Sin Perdón (Unforgiven, 1992) de Clint Eastwood , John Ford es quién pone la lápida. Y de que otra forma sino enterrando a un ícono como John Wayne.
Gran Torino (2007) de Clint Eastwood, al igual que la cinta de Ford, inicia y termina con una imagen funeraria. Al principio es la esposa de uno de los protagonistas; Walt Kowalski (interpretado por Eastwood).Y al final es el mismo Kowalski, en una imagen tan íconica y significativa como Wayne al interior de un ataúd (a pesar de que no lo veamos), pero vayamos por parte. En primer lugar Eastwood dirige Gran Torino sobre la base estética de un John Ford(director cuyo apellido aparece reiteradas veces en el film, a través de cierta marca automotriz) o un Don Siegel: en unas pocas cuadras de un pequeño barrio plagado de inmigrantes se delinea un fresco social complejo, donde jovenes latinos o asiaticos no tienen más norte que pertenecer a una pandilla. En medio de esta torre de Babel unificada por el inglés, que no todos hablan, vive el viejo, gruñon, racista y solitario Walt Kowalski: veterano de la guerra contra Corea, al que le importa un carajo confesarce con el joven cura local, que observa imperterrito como hasta su doctor de cabecera es reemplazado por una mujer de ojos rasgados, lo que claramente hace surgir los traumas del pasado.En paralelo a las peripecias de Kowalski vemos a su vecino el joven hmong llamado Thao, que se debate entre su falta de identidad y personalidad, por lo que es tratado como un inferior al interior de su familia, donde sólo hay mujeres, y las presiones de su primo para hacerse un pandillero. La iniciación para ingresar a dicha pandilla consiste en robar el Ford Gran Torino de Kowalski, acción que falla, tras la intervención del viejo escopeta en mano. De ahí en adelante sus caminos se estrecharán a tal punto que Kowalski dejará de lado la rígidez de ciertos ideales para guiar a Thao en su camino hacía la adultes. Sin embargo la pandilla volverá al ataque, provocando la ira de Kowalski quien le partirá la cara a botazos a un miembro de la pandilla, lo que tendrá como consecuencia el descontrol de los pandilleros que realizarán un acto de violencia extrema (expuesto sutilmente en el film).

Y es el tramo final de la película lo que más me interesa, en este punto es donde Eastwood expone mayor oficio y una capacidad autocrítica notable. Eastwood esboza a Kowalski como una parodia que traiga al film los iconos clásicos interpretados por este: el sargento de hierro, William Muni, el pistolero anónimo de las trilogía del dólar, Harry el sucio, etc. Generando una situación clásica, una aporia, o momento sin salida que en los films clásicos de Eastwood se resuelve gracias a la habilidad para ejercer la violencia de este; no es casualidad que el final de Gran Torino sea casi un calco de los minutos finales de Sin perdón. Y la resuelve de otra forma, fundando un nuevo orden, o nuevo paradigma, que no es nuevo sin embargo la situación lo es. Eastwood retrata a los Estados Unidos de los nuevos tiempos, dominados por la violencia y los inmigrantes y se sacrifica para parar esa violencia, para agotarla y consumirla, como si críticara su propia imagen icónica réplicando el gesto de John Ford metiendo en un ataúd a John Wayne. Sin embargo el sacrificio no es tan sólo fundacional, sino que también es una inversión y una crítica porque Eastwood vuelve a los motivos de Flags of our fathers, donde decontruyo el heroísmo bélico carácteristico de la identidad estadounidense: Kowalski es un veterano de corea y se ve rodeado de orientales (hmongs, pueblo asiátuco sin país que apoyo a EE.UU en la guerra de vietnam) y se sacrifica por ellos invierto la lógica constituyente de dicha identidad; los triunfos bélicos y el poder armamentista han sido clave en la consagración de EE.UU, Kowalski se sacrifica inviertiendo esa relación, porque agota la violencia, la consume. Dejando de lado la solución de reestablecer el orden a escopetazo limpio.