martes, 30 de diciembre de 2008

Dulce/truco o Placer/muerte

Generalmente se relaciona el amor con la dulzura, lo bello, lo amable. Si el amor no es correspondido, se sufre, pero ese sufrimiento siempre es enaltecido, sublimado. A su vez, suele relacionarse el trabajo poético con esta faceta del amor. Pero, como siempre, lo que se presenta como cotidiano, generalizado, nunca es tal cual como se quisiese, el todo siempre contendrá al vacío y viceversa.
En La llama doble Octavio Paz se refiere al erotismo de la siguiente manera: “El significado de la metáfora erótica es ambiguo. Mejor dicho: es plural. Dice muchas cosas, todas distintas, pero en todas ellas aparece dos palabras: placer y muerte”. El poeta y ensayista mexicano, al igual que Platón, nos presenta la ambivalencia de Eros, éste no sólo es la perfección, la belleza, lo sublime, sino que también es la carencia, el vacío, la muerte. De ordinario, a lo cotidiano siempre se le niega lo oscuro, lo feo, lo excesivo, que éste siempre contiene, en suma, a lo cotidiano se le cotidianiza, como al amor se le sublima, negando cualquier posibilidad negativa o feísta. Empero, siempre habrá sujetos con ojos más agudos de lo normal como verbigracia Gonzalo Millán y John Carpenter.
Relación Personal de Gonzalo Millán, publicado en 1968, es precisamente eso que anuncia el título; una relación del sujeto de enunciación con el mundo, los otros y con él mismo, es un proceso evolutivo de conocimiento, pero negativo; el proceso de conocimiento parte en la infancia, sigue su curso en la adolescencia hasta llegar a un punto de reflexión crítica de todo el “crescendo” del texto. Este proceso de conocimiento tiene como punto de inflexión al erotismo, que es el umbral de la niñez a la adolescencia. Ahora bien, este proceso de conocimiento traumatiza al sujeto, las imágenes del amor, del sujeto amado, desgarran, no son tan dulces ni tan sublimes, la conciencia paradójica de la metáfora erótica se hace presente “Tú con una piedra rompes/ un cuesco de durazno,/ mascas la amarga semilla/ y endulzada la echas en mi boca”, la amarga semilla, que no es más que el erotismo, proviene de un visaje violento que sabe dulce gracias a la amada.
El niño, al iniciar su proceso cognitivo, vive un choque de imágenes, el mundo y sus habitantes no son como los cuentos de hadas, al igual que Eros no es sólo belleza. El choque de estas imágenes puede resultar brutal, provocando una neurosis de carácter apoteósico en el sujeto/niño, bajo este punto se nos hace presente la imagen de Michael Myers, el famoso asesino de la película de John Carpenter La noche de Halloween (1978). Carpenter al igual que Millán nos presenta el proceso cognoscitivo infantil, en este caso Michael Myers de seis años, al comienzo de La noche de Halloween, observa a su hermana teniendo relaciones sexuales con un muchacho, luego que éste se retira, Myers (observando siempre oculto a su hermana desnuda), toma un cuchillo, una máscara de payaso y termina apuñalando a ésta. Esta escena, contiene la ambivalencia del erotismo, que suele traspasar la mayoría de las películas slasher: la pareja de jóvenes teniendo relaciones sexuales (placer) y el ataque agresivo del psicópata (muerte), pero además, esta escena contiene el paso de la niñez de Michael Myers a la adultez, paso que se configura traumático, horrible, desgarrador. La violencia del erotismo presente en La noche de Halloween también está en Relación personal, “Con mis pequeños ojos cegados/ por los trozos de espejos/ que trituran las olas,/ raspo y destruyo hasta desollarte/ los tatuajes de la arena/ y la cal de tu costra,/ para poder hundirte en la carne,/roída por el jugo de limón,/ mi pico de ave”, Eros es bestial, vehemente, lastimoso y, el niño frente a éste, se afronta a pulsaciones prístinas donde la muerte y el placer se resisten y se atraen.
Como hemos visto, en ambas obras el erotismo presenta su dualidad placer/muerte, ahora bien, el sujeto/niño enfrentado a la ambivalencia de Eros sufre un proceso cognoscitivo traumático, este hecho sólo es contenido de alguna u otra forma por la máscara o la coraza. En Gonzalo Millán es el niño/caracol el que protege al sujeto del mundo, en Carpenter es la máscara, ambos objetos funcionan protegiendo al sujeto íntimo de todo conocimiento, cuando el niño/caracol deja su protección reconoce en el erotismo su debilidad, el dolor y la muerte, cuando Myers deja la máscara también es sujeto de dolor y muerte. En suma, tanto la máscara de Myers como la coraza del poeta/caracol en Relación personal son objetos intimistas, que intentan proteger al sujeto del mundo y la sociedad, no importando que éstos puedan ser asesinos en serie o poetas.
Podemos pensar a Gonzalo Millán como un gran poeta slasher o, quizás, pensar a Carpenter leyendo Relación personal antes de filmar La noche de Halloween, porque en ambas obras podemos observar la paradoja de la metáfora erótica: placer/muerte o, la paradoja de Halloween: dulce/truco. Se puede extender lo que dice Grinor Rojo de Millán a Carpenter sin problemas: “La mirada de Millán es inquietante: es el ojo que descubre en el mundo y en el sujeto los espacios y los momentos oscuros, los puntos de quiebre en que la falsa seguridad del cotidiano se desmorona y deja en descubierto su terrible espesor”, Relación personal y La noche de Halloween dan cuenta de estos ojos agudos que saben que cada término contiene a su contrario, tal cual como le da a entender el cuidador del cementerio al Dr. Loommis, cada ciudad, por más tranquila que aparente ser, tiene su asesino. Ergo, el amor, el erotismo, el placer, símbolos de la vida, también contiene la muerte o a un asesino acechando.

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